El amor no lo justifica todo. En una cultura donde se ha ponderado el amor sin límites y por sobre todas las cosas, la vida de pareja ha pasado a ser la principal forma de autorrealización, sin importar el costo.
Entregarse en cuerpo y alma, olvidándose de uno mismo y de las necesidades propias, es el resultado de una serie de creencias distorsionadas sobre el amor que se perpetúa de generación en generación.
Pero hay otra opción: podemos amar sin destruirnos a nosotros mismos, podemos reubicar el amor lejos de la idealización perniciosa y absolutista, es decir, sin ansiedad y sin negociar los principios vitales que nos determinan. Para amar no debes renunciar a lo que eres, ésa es la máxima.
Un amor maduro integra el amor por el otro con el amor propio, sin conflicto de intereses: "Te quiero, porque me quiero a mí mismo, porque no me odio". Para lograr esto se requiere de una revolución personal, de cierta dosis de subversión amorosa que nos permita cambiar el paradigma tradicional de "ser para el otro" por un nuevo esquema en el que el respeto hacia uno mismo ocupe el papel central.
íQuién dijo que para amar hay que anularse y echar a un lado los proyectos de vida? El amor saludable y bien constituido debe ser democrático (horizontal fuera y dentro de la cama, recíproco, solidario y autónomo) y digno (acorde con los derechos humanos, así la relación se desarrolle casi siempre de puertas para adentro). No hay excusas. Cuando logramos la conjunción de estos dos amores, podemos vivir más plenamente nuestra relación de pareja y disfrutar las ventajas de tener un amor consciente de sus derechos, alegre, apasionado y libre de miedos. El objetivo primordial de este libro es acompañarte en ese camino.
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