viernes, 30 de mayo de 2008

La sombra y el cuerpo




En los últimos tiempos y gracias a los grandes avances de la ciencia médica, podemos identificar muchas más enfermedades y sus causas. A la par este avance produjo un aumento en la derivación a psicólogos de pacientes por parte de los médicos por cuestiones "emocionales". Es decir, hoy en día los médicos, luego de realizar un exhaustivo estudio de determinados padecimientos, al no encontrar en el organismo las causas del mismo, atribuyen la presencia de algunas dolencias al psiquismo.

Basándonos en la idea Junguiana de la integración de la personalidad y en el paradigma holístico en que aquella teoría se asentó, no hay discusión que las enfermedades pueden considerarse tanto físicas como psíquicas.

El organismo es uno e integra ambas partes, la materia y el espíritu. Pues si el psiquismo es algo que se comunica con nosotros a través de imágenes y palabras, ¿porqué no el cuerpo? Sí, el cuerpo también se expresa, y así como al mundo interno hay que saberlo escuchar. ¿Escuchar nuestro cuerpo?

Exactamente. Podemos definir, siguiendo a la autora brasileña Sandra María Greger Tavares, como manifestación corporal a cualquier pensamiento, sentimiento, sensación o intuición, identificados por el individuo como fenómenos ocurridos en la dimensión corporal, o también cualquier marca o secuela en el cuerpo, atribuidos por el individuo a episodios de violencia.


Carlos Amadeo Byigton (analista junguiano brasileño) también se refiere a la importancia del cuerpo en la formación de símbolos. El cuerpo es depositorio de los símbolos de lo inconsciente, pero no de manera oculta, sino manifestándose como cuerpo de dolor o síntoma. En el transcurso del trabajo surge entonces el encuentro de un cuerpo creativo que no necesita sentir dolor para ser cuidado.


El trabajo con el cuerpo ayuda a mantener la tensión de los opuestos a un nivel soportable y constructivo y desarrolla la consciencia del cuerpo. Quizás el primer promotor de la importancia del cuerpo y su relación con el psiquismo fue Wilhelm Reich, especialmente con su concepto de coraza corporal. Según él, la persona acorazada se aísla de la naturaleza y levanta todo tipo de barreras contra los impulsos que surgen de su cuerpo. De esta manera el cuerpo se insensibiliza, se tensa y niega las sensaciones provenientes del interior. El objeto de la terapia para él era que el paciente desarrollase su capacidad de entregarse plenamente a los movimientos involuntarios y espontáneos del cuerpo, que constituyen parte del proceso respiratorio. La coraza, decía John Pierrakos, escinde al ser humano y separa la mente del cuerpo, al cuerpo de las emociones, y las emociones del espíritu.


La enfermedad debe considerarse como una mensajera con necesidades propias, la necesidad de recibir atención, de ser escuchada, de cuidarla y entrar en contacto con ella. Cuando consideramos a los síntomas, debemos entender que los mismos son una parte de Sombra que se ha materializado en el cuerpo. Si negamos partes de nuestra Sombra estas se introducen en el cuerpo. Nuestro cuerpo es espejo de nuestra alma. Y por lo tanto el síntoma se presenta somáticamente del mismo modo que aquello que nos falta en la consciencia.


Por eso no nos extrañe que nos molesten tanto los síntomas, ya que nos obligan a reconocer esos aspectos oscuros que no queremos ver. El síntoma es el sucedáneo corporal de aquello que falta en el alma. La enfermedad es el punto límite que nos obliga a enfrentarnos a la incompletud y nos invita a prestar atención para poder completarse, por eso la superación de las enfermedades implica ampliar el conocimiento de nosotros mismos y de nuestra consciencia.

Por el Lic. Sergio Herchcovichz

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