lunes, 2 de junio de 2008

El papel de las mujeres





Los hombres transformados aman a las mujeres ralizadas y no a las infantilizadas, no las temen, se nutren de forma visible como si de un néctar se tratara. Cabe señalar hasta qué punto el resplandor de una mujer y de su recorrido de autenticidad hacia ella misma conmueve e inspira al hombre. Se revela otra cara de Eros, menos física y más espiritual. Una mujer completa, una mujer conecgtada levanta al hombre y le permite alcanzar en él lo que podríamos llamar lo divino. En efecto, ése es el papel de la shakti oriental: dar acceso o revelar la delicia de la existencia. Entonces el hombre sitúa voluntariamente lo femenino por encima de sí mismo para que ella permita que su propio rostro femenino interior guíe el masculino y, en su vida, pronto pasaran por delante los valores de humanidad antes que los del consumismo y acumulación. Un vaivén entre lo progresivamente el surco de una nueva confianza en sí mismo.

Cuanto más avanzan las mujeres hacia su interioridad más las quieren los hombres, cuanto más las miran, más se dejan, de alguna manera, penetrar por ellas. En el ámbito físico el proceso se invierte. "Lo femenino de la existencia fecunda a los hombres y los transforma. Una bella historia, la más bella historia del mundo, se plasma en esas fecundaciones recíprocas". Nada importa nada más a un hombre que dejarse conmover interiormente, sentir palpitar su alma. La poesía de las mujeres, en sus gestos, sus refinamientos, su comportamiento, su escritura, brinda de nuevo al hombre el sentido del origen y de la vida.
Hace mucho tiempo que la mayoría de las mujeres olvidó ese lenguaje, aunque perduren breves destellos en algunas culturas de encarcelamiento: el refinamiento de las geishas, de las bailarinas, de las cortesanas. Las mujeres sirvientes, sometidas, inclinadas, dependientes afectivamente, las mujeres atareadas ya no siguen en contacto con esa realeza interior que infunde sentido a la vida.
Con frecuencia, todas las construcciones de la seducción, todos los artificiios sin fin tienden a alcanzar la vida del alma.

Pero, ay de los hombres que coloquen por encima de ellos la omnipotencia de la madre o la mujer alienada por ella misma, porque se encontrarán doblemente esclavos, tanto en el interior como en el exterior. Ahí radica toda la paradoja y la dificultad de la evolución de unos y otros. ¿Cómo situarse como antena entre la tierra y el cielo, el uno con el otro, sin aplastarse, sin dominar, sin explotarse? Desde una perspectiva igualitaria, el esquema de una vida en paralelo en el que cada uno respete el espacio del otro es seductor, pero no tiene en cuenta la interpenetración recíproca. A lo largo de nuestra vida no dejamos de buscar la pareja con la que vamos a cruzar y desarrollar nuestras polaridades.

El hombre necesitó derrocar a la Diosa Madre y tomar el poder porque ésta lo aplastaba; las mujeres se han rebelado y retoman su poder porque la civilización del padre aplastaba a la madre y a la mujer. Pero, en ambos casos, los individuos se viven divididos truncados, porque la alianza entre lo masculino y lo femenino no se construye verdaderamente ni entre los hombres y las mujeres, ni en su propio interior. Todo el proceso de civilización busca esta alianza.


Paule Salomon
Los Hombres se Transforman

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